I
Yo Soy Este
El que luego de mostrarte una luna llena
se hace pleamar con eso mismo que te asombra
y otra vez moja tu arena.
Pajarillo agazapado entre las ramas, Benteveo
que toquetea tu ojos y silba a tu dos manos
te distrae de lápiz y misterios.
El que te encontró un día de esos
en que coincidió ser descubierto.
El que te obsequia siempre la misma flor
repetida reseda que ya agobia en su porfía
de hacerse balcón y va tu riego.
Yo soy éste que supone ser que fuera
el puente de plata
el oro chiquitito
el ave sacapuntas
distinta espina, mismo jardín
lluvia.
Yo no soy nada más que aquél que dices,
y un poquito menos, el que quisieras.
Ergasto©
8/2008
II)
Y ya no soy
El que vestía de sombra en aquél sótano parlanchín y ciego.
El que ha jugado muchas veces la suerte de las máscaras.
El bendito de maldiciones
pues solo son conjuros que rezongan
la sorpresa que el porfiado viento obsequia sin más motivo que ser vuelo;
ala que impulsaste,
sin más otro si digo que te dije
cuando te dijera: ¿?
Y no se por cuanto tiempo gire:
Girasol, tan solo eso
el primer significado de aquel cuento bueno.
De todas maneras el astro también sabe
que es a su vez girasol del otro incruento
que lo perpleja como a vos cuando los viajes
que lo maravilla como a vos cuando allí llegas.
Y por fin, vaciado por enésima vez el cenicero:
Siempre hay por ahi otra mata de polvo
que enloquece más por la misma arena.
Al fin y al cabo
polvo somos y a él volvemos
aunque eternos.
Así toco otra vez del inventario
y me divierto
con cada pensamiento que hago mío
con cada pregunta sin respuesta,
conciente y sin picardías,
igual que tú: con los hombros encogidos
y una sonrisa planchadora de adoquines
-dulce piedra-
pues eso fue al último obsequio recibido
esas que tu sabes son escasas
por el barrio que olvidó que alguna vez fue carcajadas.
y concluí:
mucho más cerca aunque se aleja.
Y me quedé en la noche azabacheña,
por si tal vez una gaviota distraída
se haga marco en la ventana compañera.
Ergasto©
8/2008
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