Hace años que me espero inútilmente.
Si no llego antes del próximo poema,
saldré a buscarme entre las arrugas del pasado,
y si no me encuentro en los escombros de otros tiempos,
o si me pierdo sin hallarme en las cenizas de mis sueños,
o si me busco en el espejo sin deseo de encontrarme,
entonces volveré y seguiré esperándome sentado
sobre las estrofas del tiempo que no espera ni perdona.
- II -
Escribir
Mientras escribo me hago otra vez Persona,
oliendo jazmines de antaño,
soñando rosas de octubre,
mirando al cielo de vidrio,
lloviendo apelos y anhelos,
esperando,
esperando,
yo y mi argentina soledad,
y abriendo las ventanas del techo de mi angustia,
empiezo a leer lo que dicen los jazmines,
a mirarme en los ojos,
a llover preguntas como truenos,
esperando,
esperando,
yo y mi argentinísima soledad,
hasta que las goteras de otros tiempos me inundan de aromas y matices,
y la espera se ahoga gota a gota,
agonizando cuando del cielo raso caen respuestas con sentido,
y desde el fondo del silencio jazmines y rosas se abrazan y bailan ,
festejando el timbre que suena en la puerta de mi soledad.
Voy a abrir,
y no vuelvo.
- III -
Dulce espera
Éramos ninguno y lo sabíamos,
y ahora no somos nosotros y lo olvidamos.
Somos suma,
como mi vigilia,
como fuimos humo,
y seremos verbo.
Somos las dos de la madrugada,
y embotellados en perfumados frascos de horas perdidas,
dibujamos un mañana con gritos de colores,
mientras las ramas de los días se disputan su territorio de sombras,
y las alfombras aplauden nuestro encuentro sobre ellas.
Quiero dejar de esperar,
para que llegues.
Bruno Kampel
Si no llego antes del próximo poema,
saldré a buscarme entre las arrugas del pasado,
y si no me encuentro en los escombros de otros tiempos,
o si me pierdo sin hallarme en las cenizas de mis sueños,
o si me busco en el espejo sin deseo de encontrarme,
entonces volveré y seguiré esperándome sentado
sobre las estrofas del tiempo que no espera ni perdona.
- II -
Escribir
Mientras escribo me hago otra vez Persona,
oliendo jazmines de antaño,
soñando rosas de octubre,
mirando al cielo de vidrio,
lloviendo apelos y anhelos,
esperando,
esperando,
yo y mi argentina soledad,
y abriendo las ventanas del techo de mi angustia,
empiezo a leer lo que dicen los jazmines,
a mirarme en los ojos,
a llover preguntas como truenos,
esperando,
esperando,
yo y mi argentinísima soledad,
hasta que las goteras de otros tiempos me inundan de aromas y matices,
y la espera se ahoga gota a gota,
agonizando cuando del cielo raso caen respuestas con sentido,
y desde el fondo del silencio jazmines y rosas se abrazan y bailan ,
festejando el timbre que suena en la puerta de mi soledad.
Voy a abrir,
y no vuelvo.
- III -
Dulce espera
Éramos ninguno y lo sabíamos,
y ahora no somos nosotros y lo olvidamos.
Somos suma,
como mi vigilia,
como fuimos humo,
y seremos verbo.
Somos las dos de la madrugada,
y embotellados en perfumados frascos de horas perdidas,
dibujamos un mañana con gritos de colores,
mientras las ramas de los días se disputan su territorio de sombras,
y las alfombras aplauden nuestro encuentro sobre ellas.
Quiero dejar de esperar,
para que llegues.
Bruno Kampel
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