Ella estará de pie, en la luz,
igual a una estatua con paloma en el hombro
—la paloma del perdón y el deseo—
pero una muchacha, no más, para los otros.
Como el alba, habrá venido
de un temblor de la sombra o los párpados.
Entonces el hombre no clamará a ningún ángel
ni temerá a ningún fuego en su noche.
Tampoco pedirá el cielo a las ventanas.
Todos los dones colmará esa visita.
Y al fin, el sabrá decir adiós,
los labios muy cerca de la cabeza esperada,
cuando ella se incline sobre sus ojos.
igual a una estatua con paloma en el hombro
—la paloma del perdón y el deseo—
pero una muchacha, no más, para los otros.
Como el alba, habrá venido
de un temblor de la sombra o los párpados.
Entonces el hombre no clamará a ningún ángel
ni temerá a ningún fuego en su noche.
Tampoco pedirá el cielo a las ventanas.
Todos los dones colmará esa visita.
Y al fin, el sabrá decir adiós,
los labios muy cerca de la cabeza esperada,
cuando ella se incline sobre sus ojos.
Alejandro Nicotra
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