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En un mundo de ruidos,
Una poesia o una nota aparecida,
desde nuestro interior o desde los otros,
que corra como el rio,
refrescando o
haciendonos repensar..
desde el simple te veo,
se que estas ahi!!!
porque?
porque yo te vi!!!
PicaMieL©

martes, 17 de junio de 2008

Las ciudades de la isla flotan desde hace mucho tiempo. Flotan de espera. Flotan de humo. Flotan de la hoja que alucina las siestas y llena de sueños el camino. Flotan de tabaco: vencedor en el afamadocontrapunteo con la caña, las flores y las alondras. Rival del sol. Montadas en fichas de dominó nuestras ciudades van de un lado a otro, huyen de esos destinos cuyos Fundamentos (el cuadro de Gustavo Acosta que me conquistó definitivamente en Praxis Galery) no son más que naufragios de carabelas, yates y remolcadores.Solo el artista las detiene. Los trabajos de Gustavo Acosta calman la fuga. El destino elusivo encaja su raíz sobre unas telas profundas, con piedras grecolatinas, reminiscencias de libros raros que le saben a Borges y unas penumbras de Chirico que amenazan con revelar lo que viene: “impending doom”.La oscuridad fundamental de un tornado habanero y unas farolas gráciles que anuncian la sonrisa en Miami marcan la urbanidad simbólica de Acosta. Herencia y advenimiento se funden en un trabajoamable y sorprendente. Como su propia vida. La vida del artista, digámoslo de una vez, puede ser ajena a la calidad, pero no al destino de la obra. Sobre todo si, víctimas exiliares de la sociología del arte, estamos casi condenados a repetir en estética lo que padecemos en política: pintores del paraíso- pintores del éxodo. En esta identidad henchida Gustavo Acosta es un puente, un viaje que sutura sensibilidades de un lado y de otro. El, como su obra, tiene una credibilidad suficiente como para permitirle vivir sin objeciones. Conozco a nadie que le sea adverso.Pero el viaje es también en Acosta un elemento técnico. Anduvo la isla buscando los signos auténticos de una identidad negociada. Y encontró huellas creíbles de la cubanidad: unas resultaron nuevas porhallazgo, por descubrimiento; a otras, la novedad les vino por rectificación. Desanduvo así, con plenaconciencia, los caminos trillados de una “subcultura guajira” inducida al arte desde los centro dadores de sentido político. Sobre todo en la década del `70, la “middle age” de la revolución cubana.Como el mismo artista ha confesado, su trabajo es deudor de la literatura. El verso también pinta: es un lema nerudiano que deben tener presente los hijos de los Andes y de la Sierra Maestra. Borges, porejemplo, es una huella bien visible en Acosta: en los títulos de sus exposiciones, en las visiones y cegueras de sus lienzos, en la configuración de una actitud, de un estilo de confrontación vital que caracteriza al artista verdadero y que el escritor nos legó como norma: el rechazo al lugar común. Desprecio amable y natural a lo trillado. La creación como delicado gesto de amor, no como heroísmo.Gustavo Acosta afirma en su arte el lado no-épico de la historia o, si se quiere, una épica de la paz: una “heroicidad” de lo cotidiano. Le gusta la manigua irredenta, pero le sensibiliza la acera del Louvre; tiene noticias de las hazañas de los héroes descomunales, pero opta por el canto de una niña o el manjar que pronostica una receta familiar. Una taza porcelana, una danza ligera, un pastel de chocolate y un beso, le aderezaron el incordial machete al General Maceo. Lo sabe el pintor. Y lo recrea.Por si fuera poco Acosta anduvo y desanduvo el Caribe, un algo más de mundo y, por supuesto, aduvo y desanduvo Miami. Una ciudad que libera de gentes (como a todos sus espacios) y define,consecuentemente, a partir de signos más discretos de su geocultura: una farola, la popa de un crucero, un rayo verdirrojo.En un encuentro gentil, frente al laboratorio que Grotowsky tenía en la Universidad de Iowa, WilredoCancio ensayó una definición que debía defender una hora después. Estoy casi seguro que a las cinco, a las cinco en punto de la tarde: “Miami: la ciudad posible”. Días después, en el alto de una Bahía, Liz Baussell comprendía con sutileza: “Te gusta San Juan porque es una posibilidad de La Habana”. Nuestras ciudades, lo acepto, son como los reinos posibles. Utopías. Balsas. Globos que lloran poemas encima de los palacios.Ciudades sin mapas son las nuestras. Loci apenas sostenidos por la memoria y la obstinación del arte.Gustavo Acosta estabiliza el peregrinaje con un ancla bicéfala: la columna y el árbol: dos de susemblemas fundamentales. La fuente de la vida y la forma eternizante. Natura naturans y natura naturata, como diría el sabio que surtía brillos entre Flandes y Graná.Sao Pablo cada dos años genial, Santo Domingo insólito, San Juan más íntimo que provinciano, SantaMarta ventosa, San Pedro musical; entre tantas santidades, Gustavo Acosta rescata una Habana y una Miami fundadas en la posibilidad. Las retuerce, les prohíbe la roca, pero al fín las apresa entre una férrea arquitectura floral. Marisol Martell lo ha descubierto: Gustavo Acosta es un revisionista, un gran “regresador”. Acatamos las ciudades vividas y rompemos el muro de la patria para encontrar un arca superior: el fundamento originario. El cosmos.El trabajo de Acosta sabe a historia, a familia, a gremio y memoria. Lleva imagen y carga literatura. En sus telas está su dilecto Borges, y están además sus personajes: Funes, claro, por aquello de la memoria; Menard, es obvio, porque Acosta sabe jugar a lo postmoderno y anotar sobre anotadas notas notarizadas; pero también Bill Harrigan, quien nació ingenuo y sembró cuerpos sin interés alguno. Jardines de árboles y columnatas. Cementerios.El 17 de febrero de 1860, día de inauguración del salón del Liceo Artístico y Literario de Matanzas,fundado un año antes (13 de febrero de 1859), el ilustre lugareño Rafael del Villar Guereca hacíaprevalecer, sobre otras alternativas, un nombre y una idea: “Ma- tanzas es la Atenas de Cuba”. El resto de las ciudades cubanas, lo sabe Acosta, tienen también equivalencias helénicas. Cuba quieredesmarcarse de la latinidad: Roma es, ha sido, la perdición de la isla grácil. Perdón ciudad de Santiago: Ud. no es la culpable, Ud. no es la cuna de tanta desolación. Cuna de lentejuelas es la Facultad de Derecho: la embajada cultural de Nerón y Tertuliano, del excesivo fuego y el eterno discurso.Alguien ha bromeado diciendo que, si Matanzas es la Atenas de Cuba, Atenas sería entonces la Matanzas de Grecia. Juegos, nombramientos, ritos bautismales que resuenan en los graves trazos de Acosta. Ecos de un Corinto habanizado y una Santiago espartana que se suman a un Miami exigente y demasiado expuesto en las negociaciones del prestigio global. Pero siempre ahí: con Fundamento.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Well for me its better to be more realistic.

Anónimo dijo...

I truly appreciate it.

Anónimo dijo...

Probably I can say with this blog make, more some interesting topics.

Anónimo dijo...

No lo sabia, muy intereante. Claudia

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