LA MISERIA
La miseria
toca mi puerta
todas las mañanas.
Se cansa de ser exigente
y se retira.
Vuelve por las tardes
cuando todos han salido,
pero el perro de mi casa
la reconoce y le abre.
Cuando regresamos por la noche
la encontramos sentada
en todas partes.
En: "La Joven", Lima, 1964, nº 5-6, mimeo y
"Gaceta Sanmarquina", Lima, julio, 1965, p. 3.
EN BUSCA DE SUS VIEJOS OJOS
Llega mi padre
dominado por el tiempo,
angustiado de distancia.
Sube a su cuarto,
se acuesta,
cierra los ojos un instante,
lloro a su lado
y le escondo los zapatos.
Cierro su puerta,
bajo,
siento un ruido
y veo su cuerpo
descender por la escalera.
Baja,
y me pide sus zapatos,
Le pregunto:
¿papá, adónde vas?
--A buscar mis viejos ojos.
Y se va papá,
vuelve en la noche,
vuelve al día siguiente,
y se vuelve a ir
a buscar sus viejos ojos.
En "Gaceta Sanmarquina", # 14, Lima, julio, 1965, p. 3.
JAVIER HERAUD
La miseria
toca mi puerta
todas las mañanas.
Se cansa de ser exigente
y se retira.
Vuelve por las tardes
cuando todos han salido,
pero el perro de mi casa
la reconoce y le abre.
Cuando regresamos por la noche
la encontramos sentada
en todas partes.
En: "La Joven", Lima, 1964, nº 5-6, mimeo y
"Gaceta Sanmarquina", Lima, julio, 1965, p. 3.
EN BUSCA DE SUS VIEJOS OJOS
Llega mi padre
dominado por el tiempo,
angustiado de distancia.
Sube a su cuarto,
se acuesta,
cierra los ojos un instante,
lloro a su lado
y le escondo los zapatos.
Cierro su puerta,
bajo,
siento un ruido
y veo su cuerpo
descender por la escalera.
Baja,
y me pide sus zapatos,
Le pregunto:
¿papá, adónde vas?
--A buscar mis viejos ojos.
Y se va papá,
vuelve en la noche,
vuelve al día siguiente,
y se vuelve a ir
a buscar sus viejos ojos.
En "Gaceta Sanmarquina", # 14, Lima, julio, 1965, p. 3.
JAVIER HERAUD
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